CELO POR LA OBRA DE DIOS
Hageo 1:3-14
¿Quién era Hageo? Unos 16 años después que Ciro el persa decretó el regreso de Israel desde el exilio este profeta hizo notar que el pueblo de Dios estaba más interesado en sus propias casas que en la casa del Señor.
No hay mucha información sobre Hageo. Cuatro mensajes entrega en este libro, todos ellos muy breves, como bosquejos, todos con fecha exacta de emisión y en un lapso de 3 meses y 24 días.
La profecía está dada a Zorobabel, el líder que condujo a los exiliados de regreso a Jerusalén. Es, entonces, contemporáneo de Esdras, Nehemías y Zacarías.
Todo profeta de Dios tiene la misión de comunicar la voluntad de Dios para determinada generación, amonestando, advirtiendo y proclamando promesa de bendición si se siguen las instrucciones divinas.
Los profetas de la actualidad tienen la misma tarea que cumplir y tal como sucedió en la antiguedad, algunos callan para no tener problemas con aquellos que componen el pueblo de Dios y otros pretenden entregar mensajes divinos sin haberlos recibido.
Hageo dejó esta profecía para el Israel del AT, pero esa misma palabra viene a nosotros con toda la unción del cielo para exhortarnos y llamarnos a cambiar lo que debe ser cambiado y a mejorar lo que debe ser mejorado.
¿Qué está primero? La amonestación del profeta comienza por el descuido del pueblo respecto a la obra de Dios y al afán con que buscaban su propia prosperidad.
El versículo 4 es un fuerte llamado a la fidelidad en congregarse. Dice muy claramente que el pueblo prefería estar cómodamente en sus casas muy bien construidas, artesonadas, mostrando indeferencia en cuanto a concurrir al templo y trabajar para el Señor.
El versículo 5 llama a meditar en el porqué de lo que les pasa, según el versículo 6 y en el 7 nuevamente se insiste en la necesidad de meditar en lo que está pasando. Los afanes de este mundo impiden a veces hasta hacer un alto para meditar en Dios y en sus hechos maravillosos. (Leer 5-7)
Pude ver en Miami como tienen que esforzarse los hermanos de las iglesias para reunir el dinero necesario y pude admirar la fidelidad de algunos que disponen de su tiempo y su dinero para dar la prioridad que corresponde a la Iglesia, aunque también pude ver cómo otros dejan a la obra de Dios como una cosa secundaria. Es lo mismo que vemos en Chile y en otras naciones. El cristianismo no está siendo consecuente con su predicación y eso hace perder credibilidad a los creyentes. La gente se acercará más a Dios cuando vea que la Iglesia está unida, que se expresa amor sin fingimiento, que vive en la santidad que Cristo demanda y que pone las cosas de Dios en el primer lugar.
¡Nada nuevo bajo el sol! Así puede decir usted. y tiene razón porque hace años que estoy predicando el mismo mensaje, pero Dios lo envía así y tengo que entregarlo con temor y temblor porque comienza conmigo.
Dios nos pide meditar sobre nuestra realidad espiritual, sobre nuestros caminos. Recuerde: Hay camino que al hombre le parece derecho, pero es camino de muerte. Jesús habló de los 2 caminos que tiene el hombre por recorrer. Uno ancho y fácil que lleva a la perdición y otro angosto, estrecho, pero que lleva a la vida eterna. “Encomienda a Jehová tu camino, confía en El y El hará.” (Salmos 37:5)
Camino, palabra significativa para los cristianos. Jesús se llamó El Camino.
El poeta dijo que no hay camino, que se hace camino al andar. Es bonito porque se refiere a los senderos que en esta tierra se hacen a medida que andamos, pero en lo espiritual hay un solo Camino y este Camino tiene nombre: Jesús. El dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida y nadie va al Padre sino por mí.”
El mismo enseñó que no tenemos que afanarnos tanto por lo material y que si buscamos primero el reino de Dios y su justicia todo lo demás será añadido. Es un asunto de fe. ¡Funciona! Muchos de los que están aquí pueden dar testimonio de ello. Yo también.
El día que la Iglesia esté integrada por una mayoría que cree a Dios sus promesas y que aprenda a vivir por fe, habrá una revolución verdadera, habrá un avivamiento realmente espiritual y no solamente carnal y emocional.
El avivamiento no consiste tanto en gritos, saltos y música ensordecedora. El avivamiento que Dios quiere es una vida auténticamente entregada para El, de creyentes que tienen en sí el fruto del Espíritu, de un pueblo que ama encontrarse con su Señor y con sus hermanos en la fe, de una nación de testigos que comparten la bendición con sus familiares y conocidos, de seres que dan de verdad el primer lugar a Dios.
Es una realidad la frustración de mucha gente que siembra mucho y recoge poco, que no se sacia ni se satisface, que no es bien remunerada, que busca mucho y halla poco. Y Dios dice que El puede disipar de un soplo todo lo que se atesora en casa. (Leer versículo 9)
¿Por qué sucede esto? “Por cuanto mi casa está desierta y cada uno de vosotros corre a su propia casa.”
¿Qué interpreta usted de los versículos 10 y 11? ¿No hay allí una asombrosa relación con lo que está pasando en Chile?
Chile es un país idólatra, adorador de imágenes de talla. Se hace llamar cristiano, pero no rinde culto al Dios Todopoderoso sino a lo que hombres han tallado con sus manos. Usted puede decir que el contexto del país no debería ser aplicado al pueblo de Dios, pero la verdad es que tenemos una enorme responsabilidad en lo que pasa. Sí, porque la Iglesia de Cristo ha perdido interés en levantarse en su papel profético y en su calidad de testigo de Cristo.
Hay “burguesía” espiritual, hay un espíritu de desidia y comodidad que hace a los creyentes sibaritas que disfrutan de los placeres terrenales y que no ansían orar ni recibir la Palabra de Dios.
No es un mal menor. Las palabras que reciben las iglesias del Asia Menor en Apocalipsis son durísimas y también actuales. Se reprende allí la pérdida del primer amor, el pecado de convivir con incrédulos y aceptarles sus desviaciones sin disciplinarles, el permitir que sean miembros de la Iglesia a gente de distintas tendencias anticristianas, el descuido de otros que dejaban morir lo espiritual y especialmente la tibieza del compromiso con el Señor, que se produce cuando la gente se siente suficiente, cuando cree que por su propios méritos ha conseguido lo que tiene y no le da la gloria a Dios.
No hay mucha información sobre Hageo. Cuatro mensajes entrega en este libro, todos ellos muy breves, como bosquejos, todos con fecha exacta de emisión y en un lapso de 3 meses y 24 días.
La profecía está dada a Zorobabel, el líder que condujo a los exiliados de regreso a Jerusalén. Es, entonces, contemporáneo de Esdras, Nehemías y Zacarías.
Todo profeta de Dios tiene la misión de comunicar la voluntad de Dios para determinada generación, amonestando, advirtiendo y proclamando promesa de bendición si se siguen las instrucciones divinas.
Los profetas de la actualidad tienen la misma tarea que cumplir y tal como sucedió en la antiguedad, algunos callan para no tener problemas con aquellos que componen el pueblo de Dios y otros pretenden entregar mensajes divinos sin haberlos recibido.
Hageo dejó esta profecía para el Israel del AT, pero esa misma palabra viene a nosotros con toda la unción del cielo para exhortarnos y llamarnos a cambiar lo que debe ser cambiado y a mejorar lo que debe ser mejorado.
¿Qué está primero? La amonestación del profeta comienza por el descuido del pueblo respecto a la obra de Dios y al afán con que buscaban su propia prosperidad.
El versículo 4 es un fuerte llamado a la fidelidad en congregarse. Dice muy claramente que el pueblo prefería estar cómodamente en sus casas muy bien construidas, artesonadas, mostrando indeferencia en cuanto a concurrir al templo y trabajar para el Señor.
El versículo 5 llama a meditar en el porqué de lo que les pasa, según el versículo 6 y en el 7 nuevamente se insiste en la necesidad de meditar en lo que está pasando. Los afanes de este mundo impiden a veces hasta hacer un alto para meditar en Dios y en sus hechos maravillosos. (Leer 5-7)
Pude ver en Miami como tienen que esforzarse los hermanos de las iglesias para reunir el dinero necesario y pude admirar la fidelidad de algunos que disponen de su tiempo y su dinero para dar la prioridad que corresponde a la Iglesia, aunque también pude ver cómo otros dejan a la obra de Dios como una cosa secundaria. Es lo mismo que vemos en Chile y en otras naciones. El cristianismo no está siendo consecuente con su predicación y eso hace perder credibilidad a los creyentes. La gente se acercará más a Dios cuando vea que la Iglesia está unida, que se expresa amor sin fingimiento, que vive en la santidad que Cristo demanda y que pone las cosas de Dios en el primer lugar.
¡Nada nuevo bajo el sol! Así puede decir usted. y tiene razón porque hace años que estoy predicando el mismo mensaje, pero Dios lo envía así y tengo que entregarlo con temor y temblor porque comienza conmigo.
Dios nos pide meditar sobre nuestra realidad espiritual, sobre nuestros caminos. Recuerde: Hay camino que al hombre le parece derecho, pero es camino de muerte. Jesús habló de los 2 caminos que tiene el hombre por recorrer. Uno ancho y fácil que lleva a la perdición y otro angosto, estrecho, pero que lleva a la vida eterna. “Encomienda a Jehová tu camino, confía en El y El hará.” (Salmos 37:5)
Camino, palabra significativa para los cristianos. Jesús se llamó El Camino.
El poeta dijo que no hay camino, que se hace camino al andar. Es bonito porque se refiere a los senderos que en esta tierra se hacen a medida que andamos, pero en lo espiritual hay un solo Camino y este Camino tiene nombre: Jesús. El dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida y nadie va al Padre sino por mí.”
El mismo enseñó que no tenemos que afanarnos tanto por lo material y que si buscamos primero el reino de Dios y su justicia todo lo demás será añadido. Es un asunto de fe. ¡Funciona! Muchos de los que están aquí pueden dar testimonio de ello. Yo también.
El día que la Iglesia esté integrada por una mayoría que cree a Dios sus promesas y que aprenda a vivir por fe, habrá una revolución verdadera, habrá un avivamiento realmente espiritual y no solamente carnal y emocional.
El avivamiento no consiste tanto en gritos, saltos y música ensordecedora. El avivamiento que Dios quiere es una vida auténticamente entregada para El, de creyentes que tienen en sí el fruto del Espíritu, de un pueblo que ama encontrarse con su Señor y con sus hermanos en la fe, de una nación de testigos que comparten la bendición con sus familiares y conocidos, de seres que dan de verdad el primer lugar a Dios.
Es una realidad la frustración de mucha gente que siembra mucho y recoge poco, que no se sacia ni se satisface, que no es bien remunerada, que busca mucho y halla poco. Y Dios dice que El puede disipar de un soplo todo lo que se atesora en casa. (Leer versículo 9)
¿Por qué sucede esto? “Por cuanto mi casa está desierta y cada uno de vosotros corre a su propia casa.”
¿Qué interpreta usted de los versículos 10 y 11? ¿No hay allí una asombrosa relación con lo que está pasando en Chile?
Chile es un país idólatra, adorador de imágenes de talla. Se hace llamar cristiano, pero no rinde culto al Dios Todopoderoso sino a lo que hombres han tallado con sus manos. Usted puede decir que el contexto del país no debería ser aplicado al pueblo de Dios, pero la verdad es que tenemos una enorme responsabilidad en lo que pasa. Sí, porque la Iglesia de Cristo ha perdido interés en levantarse en su papel profético y en su calidad de testigo de Cristo.
Hay “burguesía” espiritual, hay un espíritu de desidia y comodidad que hace a los creyentes sibaritas que disfrutan de los placeres terrenales y que no ansían orar ni recibir la Palabra de Dios.
No es un mal menor. Las palabras que reciben las iglesias del Asia Menor en Apocalipsis son durísimas y también actuales. Se reprende allí la pérdida del primer amor, el pecado de convivir con incrédulos y aceptarles sus desviaciones sin disciplinarles, el permitir que sean miembros de la Iglesia a gente de distintas tendencias anticristianas, el descuido de otros que dejaban morir lo espiritual y especialmente la tibieza del compromiso con el Señor, que se produce cuando la gente se siente suficiente, cuando cree que por su propios méritos ha conseguido lo que tiene y no le da la gloria a Dios.
Llamado y reacción del pueblo.- Dios es amplio en perdonar y su misericordia se sigue extendiendo. Sigue llamando a sus hijos a reaccionar, a no desoír su llamado amoroso. Dios no quiere hundir en la desesperación a quienes le pertenecen ni hace de nuestra infidelidad un motivo de rechazo total. El está exhortándonos permanentemente a regresar a sus brazos, a sentir sus caricias, a gozar de su provisión, a dejar el pecado y los afanes de este mundo.
Esa es la razón de su invitación a hacer un alto y a meditar sobre nuestros caminos. Por eso El pide que subamos al monte, que acopiemos materiales espirituales y que nos dediquemos a trabajar en su casa de oración. (Leer versículo 8) El propósito es que Dios ponga toda su voluntad en nosotros y manifieste su gloria en una dimensión que aun no conocemos.
Es la máxima aspiración que puede tener la Iglesia: Vivir en la voluntad del Señor, o sea, permitir que el Espíritu Santo guíe cada decisión que tomemos e interpretar fielmente lo que El nos revela a través de su Palabra. Eso significa disfrutar la obediencia a sus mandatos y la relación de amor que Dios desea tener con cada uno de sus hijos.
¿Y quién no desea que el Señor se manifieste en forma gloriosa en nuestra vida y en nuestras reuniones? Nadie quiere estar en una Iglesia donde las cosas se hagan por rutina u obligación. Todos quieren participar de una congregación donde el Espíritu del Señor se mueva con poder y majestad.
Si esto lo anhelamos de verdad, entonces tenemos que aceptar el llamado del Señor a darle la primera prioridad a su Iglesia y a la responsabilidad de compartir las buenas nuevas de salvación a quienes conocemos.
El pueblo amonestado por Dios a través de Hageo temió por la profecía recibida y ese temor fue bien recibido por el Señor. Siempre es así. Dios perdona y bendice a quien se arrepiente y teme ante su presencia. (Leer versículos 12 y 13)
¡Dios te dice: Yo estoy con vosotros! ¿Cree usted que esta es palabra de Dios que toca su corazón? ¿Teme lo que Dios es y lo que El puede hacer en su vida particular, tanto en lo espiritual como en lo material?
Si usted tiene ese temor santo, ese respeto por lo que Dios le manifiesta por medio de su palabra, tenga la seguridad: ¡Dios le perdona y le asegura que estará a su lado.
Lo que tenemos que hacer, entonces, es dedicar todo nuestro esfuerzo a servir a Dios con fidelidad y eso establece el propósito de recuperar el anhelo de estar más íntimamente relacionado con el Señor y de entregar más de nuestra vida física a su Obra.
(Leer el versículo 14) Pidamos a Dios que despierte nuestro espíritu de adoración y servicio, nuestro espíritu de amor por su obra, nuestro espíritu como testigos que hablen con fervor a otras personas de la necesidad de recibir a JC como único Señor y Salvador.
(Adaptación de predicación en Iglesia Bautista Nuevo Amanecer de Rancagua, Chile)
Esa es la razón de su invitación a hacer un alto y a meditar sobre nuestros caminos. Por eso El pide que subamos al monte, que acopiemos materiales espirituales y que nos dediquemos a trabajar en su casa de oración. (Leer versículo 8) El propósito es que Dios ponga toda su voluntad en nosotros y manifieste su gloria en una dimensión que aun no conocemos.
Es la máxima aspiración que puede tener la Iglesia: Vivir en la voluntad del Señor, o sea, permitir que el Espíritu Santo guíe cada decisión que tomemos e interpretar fielmente lo que El nos revela a través de su Palabra. Eso significa disfrutar la obediencia a sus mandatos y la relación de amor que Dios desea tener con cada uno de sus hijos.
¿Y quién no desea que el Señor se manifieste en forma gloriosa en nuestra vida y en nuestras reuniones? Nadie quiere estar en una Iglesia donde las cosas se hagan por rutina u obligación. Todos quieren participar de una congregación donde el Espíritu del Señor se mueva con poder y majestad.
Si esto lo anhelamos de verdad, entonces tenemos que aceptar el llamado del Señor a darle la primera prioridad a su Iglesia y a la responsabilidad de compartir las buenas nuevas de salvación a quienes conocemos.
El pueblo amonestado por Dios a través de Hageo temió por la profecía recibida y ese temor fue bien recibido por el Señor. Siempre es así. Dios perdona y bendice a quien se arrepiente y teme ante su presencia. (Leer versículos 12 y 13)
¡Dios te dice: Yo estoy con vosotros! ¿Cree usted que esta es palabra de Dios que toca su corazón? ¿Teme lo que Dios es y lo que El puede hacer en su vida particular, tanto en lo espiritual como en lo material?
Si usted tiene ese temor santo, ese respeto por lo que Dios le manifiesta por medio de su palabra, tenga la seguridad: ¡Dios le perdona y le asegura que estará a su lado.
Lo que tenemos que hacer, entonces, es dedicar todo nuestro esfuerzo a servir a Dios con fidelidad y eso establece el propósito de recuperar el anhelo de estar más íntimamente relacionado con el Señor y de entregar más de nuestra vida física a su Obra.
(Leer el versículo 14) Pidamos a Dios que despierte nuestro espíritu de adoración y servicio, nuestro espíritu de amor por su obra, nuestro espíritu como testigos que hablen con fervor a otras personas de la necesidad de recibir a JC como único Señor y Salvador.
(Adaptación de predicación en Iglesia Bautista Nuevo Amanecer de Rancagua, Chile)
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