
ACOSO SEXUAL (TV 61 Grabación 3 mayo 2003)
Un saludo muy cordial para usted y familia, y nuestra invitación a oír una breve reflexión bíblica sobre el acoso sexual, algo que se está produciendo en forma reiterada en diferentes lugares de la sociedad a la que pertenecemos.
La Biblia es el libro de los libros. En sus páginas hay situaciones que nos sorprenden por su actualidad, a pesar de los siglos de antigüedad que tiene, a pesar de las condiciones tan distintas de las civilizaciones del pasado en comparación a la que vivimos nosotros.
El acoso sexual se da preferentemente en empresas privadas, en los servicios estatales, en los hogares y en cualquier lugar donde alguien tiene autoridad sobre otra persona y la presiona bajo amenazas de orden físico o económico.
En el Antiguo Testamento, en su primer libro, Génesis, encontramos a un hebreo trabajando en el extranjero, en Egipto, muy lejos de su tierra de origen y desconectado de su familia. José era su nombre. Sus hermanos lo habían vendido como esclavo y llegó en precaria situación a esa nación extranjera. Tenía habilidades como administrador y tuvo a su cargo la responsabilidad de manejar los intereses y propiedades de su amo Potifar, un oficial de alta graduación en el ejército del faraón.
Los problemas de José, un varón joven y atractivo, comenzaron cuando la esposa de su patrón puso sus ojos en él y quiso seducirlo. Génesis 39:5-20
Esta historia bíblica ha sido llevada al cine y se han escrito novelas sobre el particular. Tiene mucho que ver con lo que los diarios y la TV informan de casos que han trascendido, pero la verdad es que son muchos más los casos que no se conocen, situaciones que quedan en el anonimato debido a las presiones indebidas que hacen los acosadores y al desprestigio que suele caer más sobre los que han hecho la denuncia que sobre los culpables.
José era un hombre íntegro, temeroso de Dios, que respetaba la palabra empeñada y que respondía con honestidad a los que confiaban en él. Un raro especímen humano, ¿verdad? Pocos hay que puedan mostrar testimonios como este, pero a Dios gracias, hay jóvenes cristianos que han podido seguir este ejemplo y que han salido airosos (as) de los ataques solapados que se han hecho en su contra.
Dios premió a José por su firmeza de carácter y le permitió llegar al lugar más alto de la administración de Egipto, en ese momento la nación más poderosa del mundo.
La sociedad en que vivimos está cada vez más lejos de alcanzar un estado apropiado de probidad y fortaleza para superar la corrupción.
Lo “normal” es escalar posiciones y conseguir mejores expectativas de vida sin preocuparse de los principios éticos básicos de la convivencia social. La sexualidad ha dejado de ser la culminación del amor de hombre y mujer para instrumentarla como una opción para ganar dinero extra, con una cercanía innegable a la prostitución. Y esto es cosa sabida no sólo en las oficinas estatales o de la empresa privada. También se maneja en las universidades y aun en otro tipo de colegios.
Por lo general, cuando un sacerdote católico o un pastor evangélico toca temas de esta índole se produce una sensación de incredulidad en mucha gente. Parece tan anticuado defender los principios morales del cristianismo en este tiempo. Da la impresión de desubicación de quienes estamos tratando de decirle a este mundo que Dios existe, que Dios está esperando que el hombre cambie su manera de vivir. ¿Por qué Dios tendría que preocuparse de la moralidad humana?
¡Porque Dios creó al hombre como un ser moral, como un ser espiritual superior al resto de su creación! Por eso estableció normas de vida para el hombre, por eso, en su condición de mayordomo de la creación ha dispuesto que el hombre tenga la responsabilidad de rendirle cuenta a su Creador.
El acoso sexual es una de las peores muestras de prepotencia y crueldad contra el prójimo. Es el abuso del dueño del poder que bajo el pretexto de beneficiar económicamente a su víctima da rienda suelta a sus instintos animales, pisoteando la dignidad y el respeto que merece la afectada o el afectado, según sea el caso.
Si usted está siendo acosada (o) en su lugar de trabajo o en su hogar tiene que hacer la denuncia. Trate de obtener pruebas o testigos de la situación y preséntese a la policía o a un superior jerárquico del acosador. José no tuvo temor de afrontar las acusaciones que se hicieron en su contra porque dependía de su fe en Dios. Usted también puede cobijarse bajo el alero de Dios para ganarle al enemigo esta batalla.
Comience por entregar su vida a JC y haga un pacto de amor con Él. Salga de la angustia y los temores con la ayuda del más poderoso amigo que existe. Le invito a orar en este momento y a abrir su corazón a Jesús.
¡Oremos!
Un saludo muy cordial para usted y familia, y nuestra invitación a oír una breve reflexión bíblica sobre el acoso sexual, algo que se está produciendo en forma reiterada en diferentes lugares de la sociedad a la que pertenecemos.
La Biblia es el libro de los libros. En sus páginas hay situaciones que nos sorprenden por su actualidad, a pesar de los siglos de antigüedad que tiene, a pesar de las condiciones tan distintas de las civilizaciones del pasado en comparación a la que vivimos nosotros.
El acoso sexual se da preferentemente en empresas privadas, en los servicios estatales, en los hogares y en cualquier lugar donde alguien tiene autoridad sobre otra persona y la presiona bajo amenazas de orden físico o económico.
En el Antiguo Testamento, en su primer libro, Génesis, encontramos a un hebreo trabajando en el extranjero, en Egipto, muy lejos de su tierra de origen y desconectado de su familia. José era su nombre. Sus hermanos lo habían vendido como esclavo y llegó en precaria situación a esa nación extranjera. Tenía habilidades como administrador y tuvo a su cargo la responsabilidad de manejar los intereses y propiedades de su amo Potifar, un oficial de alta graduación en el ejército del faraón.
Los problemas de José, un varón joven y atractivo, comenzaron cuando la esposa de su patrón puso sus ojos en él y quiso seducirlo. Génesis 39:5-20
Esta historia bíblica ha sido llevada al cine y se han escrito novelas sobre el particular. Tiene mucho que ver con lo que los diarios y la TV informan de casos que han trascendido, pero la verdad es que son muchos más los casos que no se conocen, situaciones que quedan en el anonimato debido a las presiones indebidas que hacen los acosadores y al desprestigio que suele caer más sobre los que han hecho la denuncia que sobre los culpables.
José era un hombre íntegro, temeroso de Dios, que respetaba la palabra empeñada y que respondía con honestidad a los que confiaban en él. Un raro especímen humano, ¿verdad? Pocos hay que puedan mostrar testimonios como este, pero a Dios gracias, hay jóvenes cristianos que han podido seguir este ejemplo y que han salido airosos (as) de los ataques solapados que se han hecho en su contra.
Dios premió a José por su firmeza de carácter y le permitió llegar al lugar más alto de la administración de Egipto, en ese momento la nación más poderosa del mundo.
La sociedad en que vivimos está cada vez más lejos de alcanzar un estado apropiado de probidad y fortaleza para superar la corrupción.
Lo “normal” es escalar posiciones y conseguir mejores expectativas de vida sin preocuparse de los principios éticos básicos de la convivencia social. La sexualidad ha dejado de ser la culminación del amor de hombre y mujer para instrumentarla como una opción para ganar dinero extra, con una cercanía innegable a la prostitución. Y esto es cosa sabida no sólo en las oficinas estatales o de la empresa privada. También se maneja en las universidades y aun en otro tipo de colegios.
Por lo general, cuando un sacerdote católico o un pastor evangélico toca temas de esta índole se produce una sensación de incredulidad en mucha gente. Parece tan anticuado defender los principios morales del cristianismo en este tiempo. Da la impresión de desubicación de quienes estamos tratando de decirle a este mundo que Dios existe, que Dios está esperando que el hombre cambie su manera de vivir. ¿Por qué Dios tendría que preocuparse de la moralidad humana?
¡Porque Dios creó al hombre como un ser moral, como un ser espiritual superior al resto de su creación! Por eso estableció normas de vida para el hombre, por eso, en su condición de mayordomo de la creación ha dispuesto que el hombre tenga la responsabilidad de rendirle cuenta a su Creador.
El acoso sexual es una de las peores muestras de prepotencia y crueldad contra el prójimo. Es el abuso del dueño del poder que bajo el pretexto de beneficiar económicamente a su víctima da rienda suelta a sus instintos animales, pisoteando la dignidad y el respeto que merece la afectada o el afectado, según sea el caso.
Si usted está siendo acosada (o) en su lugar de trabajo o en su hogar tiene que hacer la denuncia. Trate de obtener pruebas o testigos de la situación y preséntese a la policía o a un superior jerárquico del acosador. José no tuvo temor de afrontar las acusaciones que se hicieron en su contra porque dependía de su fe en Dios. Usted también puede cobijarse bajo el alero de Dios para ganarle al enemigo esta batalla.
Comience por entregar su vida a JC y haga un pacto de amor con Él. Salga de la angustia y los temores con la ayuda del más poderoso amigo que existe. Le invito a orar en este momento y a abrir su corazón a Jesús.
¡Oremos!
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